

Agua, piedra, fuego y carne.

Es una obra site-specific que con una visión poética, vibrante, efímera y única pretende revalorizar y transmitir el significado de estos restos arqueológicos que hoy conservamos de la primera muralla de Madrid.
Es la historia que se conoce por los medios arqueológicos que certifica la vida de nuestros ancestros. Es dotar de una función artística a la muralla andalusí más antigua de España, y revitalizar su valor incalculable.
Es intervenir el espacio donde los hombres construyen su entorno con los recursos geográficos. Donde hacen su historia social y política con sistemas constructivos para que la carne habite la piedra.
Es intervenir el tiempo donde la memoria ancestral se manifiesta a través de otros tiempos.
Es la memoria de los astros testigos de los cuerpos en su fugaz viaje.


Agua, piedra, fuego y carne.

“La indómita luz
se hizo carne en mí”
Luis A. Spinetta.

Se busca abordar la memoria temporal del inconsciente colectivo a través de un espejo de realidad emocional proyectada sobre nuestra carne y piedra.
A través de un sistema de cámaras CCTV se proyectará la piel de los visitantes sobre la piedra y el muro sobre la piel creando una luz que se retroalimenta plástica y recíprocamente.
Un entramado de vibraciones sonoras, olfativas, táctiles y visuales resuenan por el entorno desvaneciendo los límites entre lo real y lo aparente, lo efímero y lo eterno, el agua y el fuego, la carne y la piedra.
Esta desaparición de los límites entre lo humano, lo material, lo temporal, lo espacial; irradian un conjunto de significaciones que dan testimonio de un momento de una civilización particular.
Con actitud y conciencia efímera, se relativiza el sentimiento de lo eterno. Y en un instante se imprime una huella en el recuerdo.


Agua, piedra, fuego y carne.

”El espectador construye la imagen
y la imagen al espectador”
Jacques Aumont.

Los espectadores se funden relacionándose con el entorno, creando así su propio paisaje.
Su transcurrir por la obra genera un nexo entre acción, percepción y concepción. Se forma un nuevo entorno de experiencia del cuerpo que conecta emociones y sentimientos.
Este nuevo estado del espectador refleja y transmite energía que retorna en un juego de vibración temporal constante.
Es una experiencia única basada en las personas que participan en ella. Las interacciones y el juego de los visitantes, son el motor para que la obra cobre vida y evolucione aleatoriamente.
Este devenir constante del futuro en el ahora, con matices del pasado anhelando la eternidad, crean el paisaje plástico cultural donde somos testigos de nosotros mismos. Donde todos los lugares a la vez son otro lugar, en un presente que nunca se repite.


Agua, piedra, fuego y carne.
La muralla andalusí
de Madrid

Agua, piedra, fuego y carne, cuatro elementos que han marcado el curso del tiempo.
Aurora Ferrini Pernas. Coordinadora de Arte y Educación de La Fundación de Cultura Islámica.
Nos atraviesan a todos y a todo en un compás armónico. Una melodía perceptible a través de cada uno de nuestros sentidos. Así mismo, estos elementos nos conectan con aquellos que poblaron estas tierras hace más de mil años. El Parque del Emir Mohamed, una brecha espacio temporal, se presenta como testigo del pasado, que acoge el presente y proyecta hacia el futuro.

Alrededor de mediados del siglo IX (c. 856), las necesidades llevaron al emir cordobés, Muhammad I, a fundar una serie de fortificaciones en una de las fronteras naturales de al-Ándalus, «La Marca Media» —hoy, el Sistema Central—. De esta antigua construcción, conocida como Almudayna («pequeño recinto amurallado»), son pocos los restos conservados desde que Jaime Oliver Asín «descubriera» la muralla en los años cincuenta y fuera declarada Patrimonio Histórico-Artístico .
Cerca de la calle Segovia, por donde pasaba el arroyo de Fuentes de San Pedro y en el interior del Parque del Emir Mohamed I, descansa, apaciblemente, alrededor de un centenar de metros de muralla. Apenas conservamos siete metros de los quince que pudo alcanzar su altura, pero preserva el aspecto imponente de entonces.
Curiosos, muchos de ellos desconocedores de lo excepcional de este monumento, se acercan para disfrutar de placeres como el de lectura o el dibujo o, sencillamente, para pasear. En los meses calurosos del verano hay quien encuentra cobijo en las sombra de sus piedras, en el frescor de la fuente central o en la humedad que generan las plantas que pueblan el parque.

Pero ¿qué hace tan especial a este lugar?
Nos encontramos ante un espacio único y privilegiado por su posición e historia: alberga en su interior el monumento más antiguo de la única capital europea fundada por los musulmanes, un testimonio innegable del legado andalusí.Se localiza en pleno centro urbano, a los pies de la catedral de Santa María de la Almudena (donde estuvo ubicada la mezquita aljama de la medina). Además, En 2017 la Fundación de Cultura Islámica trabajó en la adecuación de un espacio ajardinado de inspiración andalusí en colaboración con el Ayuntamiento, a través de un convenio firmado con La Dirección del Área de Agua y Zonas Verdes.
El agua en Madrid se trata de un elemento vertebral. Origen de vida, en el mundo islámico es el recurso más preciado. Los primeros musulmanes procedían de la península arábiga, donde el agua era un bien escaso. Esto llevó al desarrollo de ciencias y tecnologías para mejorar la gestió n y aprovechamiento; un saber todavía perceptible en el patrimonio inmaterial y material de la capital.
Madrid es un enclave rico en agua. Fuentes históricas como la toponimia nos lo confirman: el arroyo del Arenalo el de Leganitos, la fuente de los Caños Viejos o la laguna de Lujan (en la Plaza Mayor). Por eso fue un lugar idóneo para fundar una medina. Incluso su propio nombre, Maŷrit, hace referencia a esta realidad. Esta palabra se forma a partir de dos lexemas, uno árabe y otro romance, que vienen a significar «abundancia de agua que transcurre». Incluso el primer lema de la ciudad, atribuido al diplomático Ruy González de Clavijo (s. XV), dice así:«Fui sobre agua edificada».
La segunda parte del lema, en cambio, rezaba algo parecido a «Mis muros de fuego son», una frase cuyo significado era un tanto misterioso. La respuesta se encuentra en los materiales de construcción de la muralla primigenia, en su piedra más concretamente. El primer recinto fortificado se levantó con sillares de caliza y sílex. Este último, también conocido como pedernal, tiene una particularidad muy especial: si se percute puede generar chispas, es decir, fuego. Una visión que podría ser potencialmente aterradora para las tropas enemigas que se atrevieran a cercar sus muros.
Durante dos siglos el territorio estuvo bajo el gobierno andalusí, años marcados por la convivencia y la variedad de sus habitantes (judíos, cristianos y musulmanes convivieron en un mismo territorio de manera más o menos pacífica). La ciudad fue diversa en origen y, a pesar de las restricciones y prohibiciones impuestas en otros periodos, hoy podemos presumir de ser un núcleo urbano cosmopolita.
A lo largo de este tiempo la muralla ha sido testigo de muchos hitos históricos. Cada uno generamos una impresión, unos sentimientos que han ido moldeando el propio monumento. Se ha pasado de una invisibilización a una reivindicación como parte del legado madrileño y, por ende, de nuestra propia identidad. Gracias al trabajo de investigadores, proyectos como el Centro de Estudios del Madrid Islámico (FUNCI), gestores culturales y divulgadores se ha ido creando un amplio corpus de conocimiento que ha servido para que la gente conozca y se empodere de su propia ciudad; esta muralla se convierte, así, en un puente para la mejor convivencia intercultural y la armonía vecinal.




Agua, piedra, fuego y carne.
Dirección artística: Ezequiel Nobili
Gestión multimedia: RGB Corp
Espacio sonoro: Francisco Mejía – Germán Gutiérrez
Partner tecnológico: Infinity Visual SL
Jefe de producción: Eduardo Rodríguez Fontenla
Asistencia de dirección: Annagiulia Saggese
Realizador Audiovisual: Gerardo Yllera Olivares
Asistencia de Producción: Chiara Nobili
Consultor tecnológico: Álvaro Palomo
Realización escenográfica: Rubén Darío Ríos
Coordinación y gestión General: Infinity Audiovisual
Director Técnico Comercial: Jorge Sánchez Palomo
Project manager: Daniel Álvaro Álvaro
Coordinación técnica y comercial: David Llorente Ruiz
Departamento de administración: Beatriz Yubero Fernández
Coordinación técnica: Jesús García Naranjo
Técnico audiovisual: Juan José Salazar Gamero
Técnico audiovisual: Eduardo Rodríguez Gonzalves
Técnico audiovisual: Javier Hita Sánchez
Técnico audiovisual: Daniel Fuentes Hernán
Consultoría acústica: Acústica y sonido
Consultoría accesibilidad: Cazapeonzas
Consultoría en aromacología: Aromatízame
Diseño web: Clipestudio
Comunicación: Jesús Eduardo Espinoza
Diseño Infografías: Irene Carabias
Colaboración especial
Partner tecnológico:
Agradecimientos:
FUNCI Fundación de Cultura Islámica,
Embajada de la República Argentina ante el Reino de España,
Pedro Vera Candeas – Universidad de Jaén,
Madrid Accesibilidad – Vanessa San José Gómez.
